Situado junto al río Jiloca, de donde nace en sus famosos "Ojos de Monreal" a 55 kms de Teruel y 939 metros de altitud.
Aspectos
históricos de Monreal del Campo
Serafín ALDECOA
Antes
de la Edad Media
En el Inventario Arqueológico de Aragón del
año 1991 correspondiente a la Comarca del Jiloca, se identificó claramente en
la partida llamada Villarrubio del término de Monreal del Campo, próxima a Los
Ojos y a unos tres km. de la localidad, un yacimiento arqueológico que
consistía en dos alineaciones de muros discontinuos de 40 y 20 metros
respectivamente, con mampuesto de conglomerado de medianas dimensiones y de una
anchura de 0´35 m. Correspondería, siempre de forma hipotética, a una de las
llamadas "mansiones" (especies de ventas para "viajeros")
que jalonaban las calzadas romanas cuyo nombre podría ser el de Albonica pero
estaría por demostrar de forma empírica y datar cronológicamente ya que no se
encontró material cerámico.
Edad Media
Ahora
bien, el pueblo de
Monreal, posteriormente se le añadió "del Campo" para diferenciarlo
de otros municipios del mismo nombre, fue fundado en la Edad Media por el rey
aragonés Alfonso I, conocido con el sobrenombre de "El Batallador"
(1073-1134), en el primer cuarto del siglo XII dentro de sus actividades
guerreras hacia el sur de Aragón durante la llamada Reconquista. Es así como
aparece en documentos medievales con el nombre de Mont Regal en 1124 o “Montem Regalem”, en acusativo,
cuando en 1128 se escribe: Edificavit
civitatem quam vocauit "Montem Regalem".
El
avance reconquistador en los 30 años que duró el reinado del Batallador fue
espectacular ya que llegó a duplicar el territorio del Reino de Aragón. La
expansión se inició con la conquista de Ejea y Tauste, siguió con la de
Tamarite , pero el mayor éxito fue la toma de Zaragoza. Se iniciaba en 1.118
cuando el Concilio de Toulouse le otorgaba los beneficios de Cruzada y la caída
de la ciudad se produjo el 18 de diciembre. Poco más tarde repoblaba Soria,
conquistaba Tudela, Tarazona e iniciaba el sitio de Calatayud. Ante este avance
implacable, el wali de Valencia Ali ibn Yusuf preparó una expedición militar
para frenar a Alfonso I quien, ante la noticia, abandonó el asalto a Calatayud
y alcanzado el Valle del Jiloca salió a su encuentro en Cutanda. La batalla fue
tremenda y la fecha concreta, según Ubieto, debió ser el 17 de junio de 1.120.
Tras esta derrota estrepitosa de los almorávides, la mayoría de territorios del
Jiloca cayeron en manos de Alfonso I, incluida Daroca que era entonces la plaza
más poblada y fuerte de la Comarca.
Ante
el vacío demográfico del territorio reconquistado, para repoblarlo, para defender
la frontera con los musulmanes y conocida la mentalidad del rey,
no es de extrañar que fundase una orden religioso–militar en Monreal (ordinare et constituere militiam Christi)
del estilo de la establecida en Belchite años anteriores y su cometido sería
que una vez sometidos todos los sarracenos de esta parte del mar abrir una ruta
para navegar hasta Jerusalén. Con el tiempo esta "militia" pasó a
denominarse Orden de San Salvador de Monreal que todavía hoy tiene continuidad. Lacarra afirma que el rey se
constituyó como un caballero más de la Milicia, es decir, pasó a integrarse en
este grupo de elegidos. No es de extrañar que Alfonso I, el propio mentor,
tomase esta decisión muy en consonancia con su mentalidad y con su afán de
favorecer a las órdenes militares como se aprecia en su testamento al repartir
el Reino de Aragón entre el Temple, el Hospital y el Santo Sepulcro.
Próximo a la Iglesia el monarca
aragonés levantaría el castillo (la "civitas") que entregaría al caballero del sur de Francia que era en esos momentos
su mano derecha, su "alter ego":
Gastón de Bearn que sería el primer alcaide de la fortaleza de la hoy en
día se conserva muy poca construcción puesto que la elevada torre pertenece al
siglo XIX. El vicecomes (vizconde),
así figura en documentos medievales, fue también el primer tenente de Monreal
desde su fundación en 1.124 hasta 1.130 fecha en la que murió en una expedición
contra musulmanes en Lérida y Tortosa. A él le sucederían otros tenentes en siglos
sucesivos durante la Edad Media.
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