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EL ASILO (JUAN CARLOS NAVARRO CASTELLO)
En "La Crónica, periódico conservador de
intereses generales" un periódico de turolense de 1883 se publicaba el día
25 de aquel septiembre que:
“El viernes (día 23) por
la mañana llegaron á esta ciudad las Hermanitas de los pobres desamparados,
siendo recibidas por un numeroso gentío que las saludó con cariñoso afecto.
Varios carruajes particulares las condujeron á los domicilios que ocuparán
provisionalmente, hasta se instalen en el Asilo”.
Y
en cuanto a los actos de inauguración del Asilo leíamos el día 27 en el mismo
“La Crónica” que el sábado día 24 habían celebrado la inauguración con una
velada literaria-musical, que era una fórmula que se utilizaba mucho entre la
gente teruelana de bien en aquellos tiempos; se solían juntar en el casino y el
uno cantaba, la otra tocaba el piano, aquellos habían ensayado una zarzuelita o
una obrilla teatral… y entre unos y otros lo pasaban casi mejor que nosotros
hoy día. La crónica de Ricardito decía así:
“Lo mas
notable que ha habido en estos festejos ha sido la velada literaria-musical que
tuvo lugar en el salón principal de la Casa-asilo, el sábado por la noche presidida
por el Prelado. Cantaban, Vicentita Mallen y nuestro querido amigo y célebre
tenor D. Andrés Marin. Leian discursos los ilustrados doctor Moreli y D.
Estanislao Romero, estando la orquesta y coros bajo la direccion del entendido
maestro señor Subero. Calculen nuestros lectores si con estos elementos la
velada seria de primer órden.
Lleno el
salon de la sociedad mas distinguida de Teruel en todas las clases, sexos y
edades, y despues de una brillante sinfonía muy bien ejecutada por la orquesta,
el Sr. D. Estanislao Romero, pronunció mas que leyó un excelente discurso,
probando que, «el cristianismo por medio de la caridad, redimió de la
esclavitud á 1a clase obrera.» Los aplausos con que el ilustrado auditorio
acogió tan bien pensado trabajo cómo elocuentemente dicho, probarían al Sr.
Romero la delectación con que fué escuchado desde el principio hasta el fin.
Despues se
cantó una fuga del maestro Eslava, en la que tomó parte el Sr. Marin,
resultando un conjunto armonioso y sumamente delicado.
Al empezar
á leer el Sr. Valero-(D. Juan) un discurso del M. I. Sr. Dr. Don Juan Morell,
que versaba sobre este asunto: «La Casa-asilo de las Hermanitas de los ancianos
desamparados, á mas de ser un establecimiento esencialmente benéfico, es una
verdadera defensa social» no fué posible el restablecer el silencio perturbado
por la extraordinaria concurrencia que rodeaba el edificio y llegaba hasto las
puertas del salón, ávida de presenciarlo todo y principalmente de oir y ver á
nuestro célebre paisano, Sr. Marin. Hubo necesidad de suprimir esta parte del
programa con no poco disgusto de personas muy ilustradas que deseaban oír este
discurso…//
Llególe el
turno á Marín, y es claro, á la primera nota reinó el silencio. Canto el número
segundo del Stabat Mater de Rossini, ó sea el Cujus animam. //
Cantó
despues la aventajada señorita Vicenta Mallen, la escena y plegaria de Leonora
«Son guiunta, ¡grazie, oh Dio!» en el primer acto de la Forza del Destino, de
Verdi. Voz muy igual, pastosa y bien timbrada, dice con notable maestría las
frases recitativas, canta con sentimiento y cuando en un periodo tiene que
atacar notas agudas, las ataca dominando orquesta y coro como tuvimos ocasion
de notar con el coro de religiosos, que en la ópera se oye dentro, y en esta
noche estuvo á cargo de la capilla. Creemos que ésta joven artista no debe
abandonar el bel canto, toda vez que tiene facultades naturales, y aptitud
indudable para conseguir muchos triunfos en la escena. Despues de decir esto,
podíamos suprimir que fué grandemente aplaudida.
El Sr.
Obispo dió las gracias á todos los que directa ó indirectamente hablan
contribuido á tan amena velada; se mostró satisfecho de los que le hablan
ayudado á la instalación de las Hermanitas y asilados en aquella casa de
caridad… //
Terminó la
velada con un bonito coro, letra del laureado poeta D. Miguel Atrian y música
del Maestro Subero, cantando las estrofas la señorita Mallen y el Sr. Marín,
entré atronadores aplausos y entusiastas bravos, y el coro la capilla reforzada
por voces tan excelentes como la del Sr. Cerezo, y otros cuyos nombres no
recordamos.
LA PROCESION.
El domingo
(día
25) despues
de la misa cantada en la Santa iglesia Catedral, en la que ofició de Pontifical
el Ilustrisimo Señor Obispo, diciendo la oracion sagrada, el muy ilustrado
orador don Faustino Marin, fué conducido en andas por cuatro sacerdotes el
Santísimo Sacramento, en solemne procesión á la iglesia del Asilo, acompañando
al Prelado, el Ilmo. Cabildo. Clero Catedral y Parroquial, Seminario Conciliar.
Hermanitas de los pobres, Union Católica, Círculo de Obreros y otras
asociaciones religiosas de ésta ciudad, á más de gran número de fieles que
acudieron á honrar con su asistencia aquel acto. Despues de haber colocado á su
Divina Magostad en el altar de la citada iglesia, se cantó un solemne Te-Deum
con el que finalizó el acto religioso.
Se sirvió
un lunch á los invitados, y una abundante comida á cien pobres.”
No
nombraron en la crónica al maestro de obras, D. Cosme Soriano, a quien podemos
imaginar participando en la celebración.
Cuando
acabó la fiesta, a las tantas seguramente, pues no era raro que estas fiestas
terminaran a las tres o las cuatro de la madrugada, hora solar, se irían a sus casas en grupos dando
tropezones con fanales y linternas, pues se quejaban mucho en la prensa de la
época de que las lámparas de las calles, de aceite, estaban casi siempre
apagadas. Al día siguiente cien pobres comerían, probablemente mucho mejor de
lo que habían hecho en mucho, mucho tiempo.
Hemos
conservado, y tal vez a alguno le choque, la ortografía tal y como se utilizó
en aquellos tiempos. Donde aparece “… //” quiere decir que hemos quitado un
trozo de texto para no hacer la crónica excesivamente larga.
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